lunes, 21 de noviembre de 2011

Reflexiones y desafíos


Por Mario Negri

La Unión Cívica Radical, a la luz de los recientes resultados electorales, está obligada a reflexionar estratégicamente en torno a una agenda dedesafíos centrados, básicamente, en tres dimensiones: las elecciones legislativas del 2013; la implantación electoral y los sectores e intereses que el Partido Radical representa.

Si bien en las elecciones primarias – las PASO - empatamos virtualmente el segundo puesto, lo que importa como material de análisis es el tercer lugar obtenido en octubre pasado. Concretamente: no logramos captar los votos de los Partidos que sufrieron el efecto “voto útil”, particularmente en la Capital Federal y la Prov. de Bs. As. En tal sentido, si en el 2013 no logramos posicionarnos como la oposición y cedemos ese espacio, nuestra competitividad electoral quedará sustancialmente afectada, no sólo para las próximas presidenciales sino también en los niveles provinciales. En otras palabras, tenemos dos años para recuperarnos y convertirnos en opción. Los plazos históricos prescriben y el balance electoral post-crisis 2002 puede consagrar una devaluación prácticamente insuperable. El desafío consiste, entonces, en sobrevivir como opción de poder, no como consecuencia de los imponderables que puedan sufrir los competidores, sino esencialmente sabiendo adonde queremos ir y como hacerlo.-

La segunda dimensión alude a la geografía política. La UCR es un partido que en el núcleo poblacional central, Provincia de Bs. As y Capital Federal, apenas alcanza el 10% de los votos. Cifras similares, o menores, se han obtenido en un conjunto de distritos electorales en distintos puntos de la geografía nacional con el agravante que en algunos de ellos nuestros nuevos competidores inmediatos no presentaron listas en alguna categoría. Alcanzamos resultados aceptables en la Región Central -particularmente Córdoba – y otros distritos adonde en octubre sí debimos competir con conocidas y nuevas propuestas electorales.-

Una primera lectura nos dice lo siguiente: un partido político para ser nacional debe estar equilibradamente instalado en toda la geografía. Para ser bien preciso, un partido para ser percibido como opción de poder debe estar en condiciones de competir -con buenas expectativas- en Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Hoy estamos a la defensiva, y apenas se advierte la dinámica del Frente Progresista - marcadamente, en los dos distritos centrales a los que se agregó Santa Fe en el tiempo que fue de agosto a octubre -. Existe, además, un dato adicional que debe ser valorado adecuadamente: ya no existe la opción de recuperar el voto “pan-radical” de manera clásica, pues parece haberse evaporado.

La tercera dimensión, social, también constituye otro dato clave. La UCR ha menguado la representación de los intereses y expectativas de su principal base social: la clase media. Aunque mantiene aún posiciones en núcleos urbanos significativos y por esa razón posee un importante número de intendentes, incluyendo varios de capitales provinciales, debemos poner atención en el hecho de que, así como el PRO erosionó el vínculo UCR - sectores medios en Capital Federal, nadie puede asegurar que un fenómeno similar, aunque con actores distintos, no se repetirá en la Provincia de Bs. As y en la Región Central. La dinámica “vieja vs nueva política” instalada inteligentemente - sobre todo si cuenta con algún apoyo del oficialismo - constituye un desafío que debemos asumir rápidamente, sobre todo porque los sectores juveniles y/o independientes, esencialmente dinámicos y con gran capacidad de atracción/emulación, pueden llegar a identificar a nuevos espacios políticos como el que los represente.

Las respuestas a estos desafíos requieren de una estrategia y acciones muy concretas y para ello será necesario armonizar, inteligentemente, múltiples agendas. Ante todo el Comité Nacional debe galvanizar y consensuar. Todos los sectores deben estar representados y deben ser contenidos por la próxima conducción. La “cacofonía” que presentamos en la campaña electoral nos jugó decididamente en contra. La estrategia nacional debe estar unificada en el discurso y en la práctica. No existe un problema de “relevo generacional”, como síntesis de lo que nos sucede y que sea por sí solo garantía de mejor futuro. El recambio generacional es una dinámica que hay que alimentar y generar en forma permanente, pero la clave – en este punto - es poseer una conducción legitimada y respetada que lleve adelante ideas claras y caminos directos que recreen la confianza en un partido que no solo sea “REPUBLICA e INSTITUCIONES” sino que además piensa y puede gobernar un país con sentido de progreso, inclusión social, igualdad de cara a la enorme complejidad del mundo actual.

Para ello nadie debe dudar acerca del mensaje: somos el único partido opositor capaz de cambiar. En tal sentido debemos aprovechar lo dicho en la campaña: este “modelo” resulta no-sustentable, como se ha comprado antes que finalizara el actual período presidencial. No se trataba de “hacerle un service” a algo incoherente que confundió “gestión” con favorables circunstancias objetivas externas (“viento de cola”).

Este posicionamiento opositor es relevante por dos razones: muy probablemente algunos espacios políticos nuevos aparezcan cercanos al oficialismo - estamos pensando en temas como: reforma constitucional; medios de comunicación; política económica; etc.- y además deberán sortear problemas derivados de la naturaleza de su propia construcción.

La UCR debe aprovechar su posicionamiento como partido de poder a través de buenas gestiones municipales. Pero atención: allí habrá que demostrar gestión. Hacer oposición abierta al oficialismo no resultará una opción política recomendable para nuestros Intendentes que deberán sobrevivir en un contexto doblemente adverso: son percibidos como amenaza por los gobernadores P.J y dependen, muchas veces, de recursos manejados discrecionalmente por el Gobierno Nacional. En las Provincias la crítica a los gobiernos deberá canalizarse en las autoridades partidarias y en el seno de las Legislaturas locales.

Finalmente, en el Congreso Nacional el papel de los Bloques resultará vital y exigirá una acción coordinada entre Senado, Diputados y Comité Nacional. Es el espacio de la oposición donde se cuenta con la mayor capacidad mediática. No podemos soslayar un hecho: legislativamente vamos a controlar y discutir, pero nuestra gestión legislativa no se juzgará en base a la cantidad de Proyectos propios que logremos sancionar, sino en base a cómo asumamos la representación de los intereses de la Nación corporizados en la defensa de los ideales democráticos, republicanos y federales. Decididamente, ese es el espacio de la democracia, de la genuina representación de los sectores progresistas y de la batalla

La definición de una “agenda de elecciones legislativas y presidenciales” remite, como ya lo expresamos, a lograr recuperar el papel de partido nacional desplegado geográficamente. No podemos ignorar que el Bloque de Diputados Nacionales juega todo su futuro en las próximas elecciones nacionales legislativas. Si se repiten los guarismos de octubre, particularmente en los grandes distritos, una presencia legislativa devaluada preanunciará nuestra devaluación política. Comité Nacional; Comités Provinciales y Congreso Nacional deberán desarrollar una estrategia de recuperación, que logre éxito en la contención a los avances de proyectos no-democráticos, no-republicanos, de naturaleza centralista, decididamente corporativos y portadores de una visión plebiscitaria de la democracia, además ofrecer opciones y alternativas.

También deberemos aprender de la experiencia reciente. Las mayorías parlamentarias logradas luego del conflicto de la “125” permitieron algunos triunfos parlamentarios pero la idea de que todo continuaba inalterable - tanto en el mundo de la política como en la sociedad - llevó a posiciones petrificadas. Se dejó que se instalara la idea de que el “GRUPO A” representaba una nueva realidad política vinculada a la sociedad. No solo no fue así, sino que mientras la política hacia esfuerzos enormes por mantener la fotografía del conflicto sucedido, quienes representaban los intereses del “campo” evidenciaban sin disimulo sus profundas contradicciones. Vale recordar que la sociedad, y la política en consecuencia, a los efectos de su representación, tienen una dinámica que requiere capacidad de interpretación para realizar una lectura correcta de los hechos y no caer en las fáciles tentaciones mediáticas.

Para recuperar la representación de nuestros sectores sociales históricos así como para ampliar nuestra base social allí donde más se sufrirá la lógica del ajuste resultante de una mala gestión de la abundancia, la UCR debe debatir ideas y proyectos. Desde hace muchos años en el seno del Partido no se discute a la luz de una realidad nacional e internacional cambiante. Ningún partido no será capaz de representar y gobernar sino es capaz de actualizarse para lograr una mirada y un proyecto nacional abarcativo. A decir verdad, muchos de los problemas que venimos enfrentando los radicales están asociados a la falta de definiciones esenciales para lograr triunfar y gobernar. No se trata de un problema sólo radical. El PJ nunca debatió y prefirió preservar libertad para encarar los “grandes virajes ideológicos”; los sectores conservadores y los grupos económicos también privilegiaron la no-discusión en defensa de sus intereses corporativos resguardando, simultáneamente, la opción negociadora con el PJ.

Nuestro Partido no puede existir sin discutir proyectos y políticas. Los valores son los de siempre, pero no podemos soslayar una reflexión estratégica que nos permita captar a los sectores dinámicos de la sociedad articulando un proyecto de gobierno atractivo, capaz de construir una nueva mayoría electoral y social.

Finalmente, no podemos quedar librados, de manera esencial, al azar, la desgracia, los errores ajenos o las supuestas ventajas geográficas y territoriales de manera lineal. Estos factores existen, sin duda pero también esta claro que el escenario de representación política se mueve a la luz de múltiples variantes que incluyen, desde la elección del adversario desde el poder hasta el comportamiento electoral de la sociedad por encima de las expectativas de las propias fuerzas políticas. En 2013, la primera estación es Parlamentaria y si queremos tener futuro deberemos recuperar el vigor, la inteligencia y la iniciativa que nuestra historia merece.

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