lunes, 19 de julio de 2010

Pequeñas delicias de la vida partidaria

Pasado el debate sobre el matrimonio homosexual, la tensión política se disipa y abre el camino para que la vida de los partidos recobre visibilidad.

Julio C. Perotti - La Voz del Interior


Todo parece opacado por los grandes temas de la política nacional. La semana que pasó, las miradas se posaron sobre el Congreso de la Nación, en particular el Senado, cuando en la larga noche del miércoles y la fría madrugada del jueves se enfrascaba en un debate que daba lugar a la aprobación del matrimonio igualitario.

Fue tan ardua la discusión -en la que se mezclaron cuestiones jurídicas, morales y religiosas- como poderosas las movilizaciones a favor y en contra que se realizaron en la mayoría de las ciudades del país.

La tensión se disipa con rapidez y abre el camino para que la vida de los partidos recobre visibilidad. Después de todo, el año próximo los poderes nacional y de las provincias se pondrán en juego, en un proceso electoral que, aunque de manera larvada, ya va tomando forma.

Todos quieren ocupar su lugar, armar sus estrategias, buscar los mejores socios y soñar con que la sociedad los convalide, mandando al olvido pequeñas y grandes cuitas del pasado.

En eso andan los protagonistas centrales de la política cordobesa; no se quedan quietos, pero tampoco ostentan demasiado, conscientes de que un año en la Argentina puede ser una eternidad; en particular cuando gobierna el matrimonio Kirchner.

El representante. En los cuarteles del peronismo, creen advertir una cierta tirantez en la relación entre el gobernador Juan Schiaretti y su antecesor y principal referente partidario, José Manuel de la Sota.

El motivo: una larvada disputa por la representatividad nacional del peronismo cordobés. En otras palabras, por ser quien se siente a la mesa grande de la discusión, donde el peso específico de Córdoba vale siempre una silla.

Cada quien tiene sus obvias aspiraciones:

Schiaretti : salir lo mejor parado posible de la gobernación, para ser tenido en cuenta cuando se repartan las cartas de una nueva era en el justicialismo.

De la Sota : mejorar todas sus chances para ser él quien, desde esta provincia, logre convertirse en una referencia ineludible al momento de la discusión sobre las candidaturas.

-¿De la Sota ya resolvió qué va a ser? -curioseó un dirigente con ánimo de saber de qué lado alumbra el sol.

-Esto es asunto terminado: va a ser candidato a gobernador. No le queda otra -le respondió un allegado al ex gobernador.

-¿Pero no quería ser candidato a presidente? -insistió el hombre de una importante seccional de la ciudad de Córdoba.

Se encontró con un razonamiento que, hasta entonces, no se le había ocurrido: De la Sota no baja sus aspiraciones de ser presidente, pero debe dejar pasar 2011 y esperar a 2015, porque hay todavía un turno que los Kirchner -sea Cristina, sea Néstor- van a querer ocupar. "Entonces, le conviene que ahora jueguen los Kirchner, porque con ellos no hay posibilidad de otro ciclo", se completa el razonamiento.

En cambio, si ganase el Peronismo Federal, la oposición de Julio Cobos o Ricardo Alfonsín, o cualquier otro, se abre un ciclo de ocho años y eso lo lleva hasta 2019. Demasiado lejos en el tiempo.

En consecuencia, la gobernación es la estación más cercana que le queda, antes de que pase el próximo tren a la Casa Rosada; conducido, claro, por los Kirchner.

En este punto es donde le incomoda la decisión de Schiaretti de no jugar de manera abierta con los Kirchner y, más bien, quedar expectante a lo que ocurra con el PJ disidente.

Si, en efecto, el actual gobernador pone sus fichas en el Peronismo Federal (lo que no haría, por cierto, hasta bien entrado el ciclo electoral), De la Sota corre el riesgo de no tener a un justicialismo cordobés unido detrás de su figura.

Todos adentro. Un repaso a los números de las últimas elecciones revela que el partido gobernante necesita el 10 por ciento, aproximadamente, que se llevaron los kirchneristas en esos comicios y que le permitieron meter un diputado nacional, Carmen Nebreda, originaria del sindicalismo peronista.

Es cierto que esos 10 puntos del kirchnerismo no son puramente justicialistas y que hay una serie de agrupaciones que hacen su aporte. Pero los que correspondan a la masa peronista son útiles en tanto se presupone que las elecciones del año venidero serán peleadas, con un Luis Juez que, al menos en la Capital, le carcome base electoral.

En 2007, Schiaretti ganó con 37 puntos contra unos 36 de Juez. En 2009, el PJ dividido logró 26 puntos, más nueve del kirchnerismo.

Entonces, está claro que De la Sota requiere todos y cada uno de los votos; pero además le resulta imperioso que no haya ninguna fuga al Peronismo Federal, que intentará desembarcar de la mano del ex defensor del Pueblo Eduardo Mondino, y que -como van las cosas- parece eyectado del sistema del partido para ir por afuera.

Mario y Oscar, Julio y Ricardo. También soterrada, pero real, es la tirantez dentro de las filas del radicalismo. Aunque todos coinciden en que la ciudad de Córdoba, con Ramón Mestre, les puede ser favorable, hay miradas críticas hacia la inmovilidad del partido y la falta de señales internas.

"No estamos haciendo los deberes; no salimos a la calle y eso nos complica para romper la polarización (entre Juez y De la Sota); muchachos, ninguna encuesta nos da primeros", planteó a sus amigos Mario Negri, anotado para la candidatura a gobernador, el mismo sillón al que aspira el presidente del bloque de diputados nacionales, Oscar Aguad.

Hay dos cuestiones centrales que dividen las aguas entre uno y otro:

Aguad está dispuesto a tratar de cerrar filas en el partido ("Todos adentro" es el lema que incluye a viejos y nuevos) para lanzarse con todo; Negri prefiere mirar para adelante y no quedar pegado al pasado.

La disputa entre Julio Cobos y Ricardo Alfonsín es el otro elemento que separa opiniones. Aguad está más próximo a Cobos y Negri a Alfonsín. Para Aguad, puede ser perjudicial trasladar a territorio cordobés la puja entre el vicepresidente y Alfonsín hijo. Para Negri, puede ser un factor de movilización, en tanto ambos busquen agua para su molino sin alterar el orden interno.

Lo cierto es que parece que Alfonsín despierta en el radicalismo de Córdoba más expectativas de ascenso que Cobos, pero está por verse adónde van a parar los afiliados si deben decidir entre uno y otro.

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